Hola, querid@s.
Una de las pretensiones que tenemos desde este blog es que además de leernos, podamos entre todos aprender algo sobre vinos, difundir un poco de cultura gastronómica entre los presentes y así poder alardear delante del cuñado «tolosa» (que será muy majo pero no tiene ni puta idea) las próximas navidades o en las bbc (bodas-bautizos y comuniones) de turno. Pero ¡ojo! que el tiro nos puede salir por la culata y caer en uno de esos ridículos espantosos en los que más te valía haber estado callado.
Para que eso no nos pase, lo mejor es ilustrarse un poco, darse luz y no meterse en camisas de once varas. Con esa idea nace esta sección «aprendiendo algo…»
Y para empezar con algo sencillo a la par que «cool» hablaremos hoy de los sulfitos dichosos. ¿Qué son los sulfitos? ¿Por qué aparece una leyenda en la etiqueta de una botella de vino diciendo que «contiene sulfitos», sea ésta de Don Simón o Vega Sicilia, de «viña arcada» o «chateau cartón»? Veamos…
En lo químico hablamos de SO2, dos moléculas de oxígeno por una de azufre, anhídrido sulfuroso, sulfuroso, o simplemente «sulfitos», que es un gas incoloro con un característico olor asfixiante y picante. Aquí si hay algún químic@ que cante ya o calle para siempre.
En cristiano, es un componente seguro (seguro en el sentido de que siempre existe) y exigible en todo vino que se precie de serlo, y diría más, en todo alimento que pase por un proceso fermentativo, léase cerveza, yogur, queso, pan, sidra…todo lo que fermente generará unas ciertas dosis de SO2. Concretamente en el caso del vino, se podrían generar unos 20 mg/l más o menos, (aunque alguno seguro que puede dar más y mejor información al respecto, quedémonos con esa cantidad).
De hecho, las autoridades sanitarias exigen que cuando un alimento ( en nuestro caso el vino) presente más de 10 mg/l, el elaborador debe anunciarlo claramente en la etiqueta para evitar problemas al alérgico de turno. Sí, amigos, por que hay bastante gente alérgica a este tipejo, el SO2. Pero así como tiene un límite por debajo, también lo tiene por arriba, es decir, las autoridades sanitarias no permiten que salga a la venta un vino tinto con más de 150 mg/l ni un blanco con más de 200 mg/l (no me preguntéis por qué uno más que otro). Se aduce que por encima de estas cantidades se pueden provocar episodios de gastritis y alergias en el ser humano. De todas formas es una cantidad muy pequeña como para causar trastornos en el ser humano (persona humana según mi cuñado), ya que según he leído en algún sitio, nosotros, por el mero hecho de vivir y respirar generamos internamente 2.000 mg al día, que vamos eliminando paulatinamente por la orina y demás «derivados». Pero amigos, hay que curarse en salud…
¿Pero al vino para qué coño le sirven los sulfitos? Pues bien, tiene varias utilidades y se usa en todas las fases de la elaboración, desde el viñedo hasta su embotellado, desde su más tierna infancia en estado de brote hasta su madurez extrema cuando nos lo metemos por el garganchón.
En la próxima entrega seguiremos informando, que tengo hora para hacerme las ingles brasileñas y llevo esperando 2 meses. Bueno, sinceramente es para mantener a los millones de lectores que nos siguen pendientes de la valiosísima información que aquí volcamos.
Salut, pronto estaré de vuelta.